jueves, 28 de julio de 2011

Ruidos.


Son las 9:30 exactas en el reloj de la computadora, a la par, una copa de vino tinto se deja invadir por un rayo de luz que se desprende de la lámpara, y de la computadora sale “Make you feel my love” de Adele (¿muy cliché en estos días verdad?), pero lo más importante, en mis manos hay deseos de sacar la emoción que está presente en mi pecho, en mi corazón hay una sensación que algunos podrían describir como nostalgia, en mi cerebro mil ideas, y en mis oídos, los otros, los de adentro están tus ruidos.

Y es que tus ruidos son tantos que enumerarlos sería complicadísimo; tu voz para empezar (obviamente, no hay otro ruido por el que podría empezar) que me eriza la piel, me calienta el alma y me contrae el estómago de la emoción, me hace imaginar palabras dichas por esa boca, pero sentidas en el corazón.

Los ruidos de las canciones, las que conocemos, las que vos me das a conocer y con las que yo trato de hacerte saber lo que siento, sin decírtelo porque las canciones lo dicen todo mejor, más bonito y además te gusta la música.

Las palabras que no decís, sino que escribís pero que yo leo con tu voz y que terminan por darme el mismo efecto que si las susurraras a mi oído… hasta las palabras que jamás dirás pero que, como tu voz está ya en mi cabeza, como ha estado siempre, desde tu primer “mucho gusto”, uso a mi antojo.

El sonido de cuando reís, (¡qué sonido tan delicioso por lo raro que es!), el sonido de cuando pasás y rompés el aire…. Puta, hasta el sonido que acompaña los silencios tan invadidos de ruidos pero que, por ser silencios que comparto con vos, son valiosos. Me quedaré con tus ruidos y tus silencios, los seguiré atesorando como se hace con las cosas valiosas, no sea que algún día me los querás cambiar por las palabras que ya decís en mi mente, sin decirlas.

jueves, 21 de julio de 2011

Aroma.


En este mundo que se compone de una infinidad de olores, aromas que abundan y confunden, que se mezclan y terminan formando nuevos olores… entre todo ese universo, está tu olor. Un olor que busco, que a veces creo perder y que luego, de la manera más inesperada encuentro, o me encuentra porque lo busco o sólo porque a tu olor le da la gana encontrarme.

Un olor que busco en un espacio de cientos de metros cuadrados, un olor que busco en tu aliento cuando me hablas a centímetros de distancia, un olor que el mundo no puede disfrazar, ni mezclar ni perder para mí. Un olor que tu perfume no maquilla, que el sol asienta y con el que el viento me tienta, me da una probada y me hace querer más, siempre.

El olor que me da un sabor en la garganta, que me hace sentir escalofríos; un olor que me hace escuchar tu voz sin que hables y que me hace verte, tal cual eres sin necesitar los ojos. Un olor que puedo recordar porque lo he memorizado en los pequeños (y por pequeños casi inexistentes) momentos que lo he encontrado desnudo, ofrecido ante mí, y que he memorizado para que, cada vez que quiera, pueda traer a mi alma el sentimiento que ese olor me da.

PD. El amor es cuestión de sentirlo, y se siente con todos los sentidos, de manera conjunta y separada al mismo tiempo. Por lo que creo que voy a escribir en estos días sobre la forma en la que mis sentidos te aman.

miércoles, 6 de julio de 2011

¿Llorar?


¿Llorar? ¿Esa es su propuesta?

¿Y qué pasa con todas las veces que he llorado hasta quedarme sin aliento para tratar de sacar todo lo que siento, simplemente porque “no lo debería sentir”?

¿Qué hay de todas las veces que lloro por dentro cuando pasa al frente, y suspiro?

¿Qué pasa con cada canción, cada verso, cada escrito e imagen que es “para dedicar”?

¿Dónde queda cada sonrisa para disimular un llanto amargo y triste?

¿Qué putas hago con todos los sentimientos que van desde celos hasta odio, pasando por “el amor y otros demonios”?

NO, no me pida que llore, no más… ya estoy harto de llorar, y si usted no ha sabido escuchar mi llanto, es solo porque no ha querido. Por miedo… o por algo que yo no sé que es, pero no me pida que llore, porque lo hago todos los días, a cada minuto, por usted, con la esperanza estúpida de que me escuche y me dé algo más que una indirecta invitándome a llorar.