martes, 8 de noviembre de 2011

Sensaciones


Para hablar del tacto me toca hacerlo de dos formas, de cuando te siento y de cuando me haces sentir. De cuando mi piel se estremece ante el contacto con la tuya, de tus manos, de tu cara, de tus labios que ya no creo que se hayan hecho para hablar sino para posarse en los míos y sobre todo mi cuerpo.

Tengo que hablar del milagro que se descubre a mis manos de cuando te toco como ciego, a oscuras, con los ojos abiertos o cerrados, queriendo memorizar cada contorno de tu cuerpo, sintiendo y haciendo que mi memoria muscular grave cada característica de vos, cada detalle tuyo que es mío, que voy a llevar en mis manos y en mi mente para recrearlo cuando quiera.

Imposible no hablar del placer que tu espalda le da a mis manos, de cuando se atreven a bajar más… O de cuando me doy gusto despeinándote (por más que te moleste), porque dejo que mis manos se den un paseo por tu cabello.

Imposible también no decir las mil cosas que me hacés sentir con tus manos, cuando las usas como te da la gana, por toda mi piel, haciendo que mis vellos se ericen como queriendo atacar, pero en realidad solo están respondiendo a mis nervios que les dicen que “eso” es nuevo.

Tengo que decir que mi cuerpo te deja hacer, como querás y lo que querás, para sentir, descubrir y enamorarse cada vez más de tus manos… esas manos que han arrancado miedos como pétalos de margaritas y los han pulverizado, esas manos que toman las mías y logran mandarme a otro planeta con solo eso.