miércoles, 29 de diciembre de 2010

“Rayos X” emocional.


Asumo que no he sido yo la única víctima de los “banners” en ciertas páginas de internet en el que me ofrecen “descargar gratis una aplicación de rayos x para mi celular con el que podría desnudar a cualquiera”. Obviamente no soy tan estúpido para creer que dicha tecnología existe, y si existiera, que se puede descargar de manera gratuita y que las personas podrían andar por ahí, con sus celulares viendo la desnudez de las demás personas. Pero este no es el punto del que quiero hablar con esta entrada…

Mi pregunta es: ¿Se imaginan lo peligroso de que existiera una aplicación de rayos x con el que pudieramos ver, no a las demás personas desnudas, sino sus pensamientos, emociones, sentimientos, miedos y demás? ¿Imaginan lo que podría ser que la persona que está sentada al frente suyo en el desayuno en el trabajo, y por quién usted simplemente muere de ganas de arrancarle un beso, de atraparla con los brazos y con el espíritu y no soltarla nunca más, pudiera saber que justamente es eso lo que está en su cabeza en ese momento?¿O que simplemente pudiera ver la velocidad de los latidos de su corazón en el preciso momento en el que, al levantar la mirada de la taza de café, te golpea con su mirada con una fuerza de infinitos néwtones?

¿Imaginan lo vulnerables que seríamos si las personas pudieran ver que, por ejemplo, no nos levantamos de la mesa porque tengamos que hacer algo más, sino porque simplemente nos da pánico terminar tirando el té, o haciendo algún desastre por lo nerviosos que nos pone otra persona?

Sin duda, preferiría mil veces que anduvieran por ahí pervertid@s con rayos x viendo a las personas en ropa interior o desnudas, físicamente hablando, a que las personas pudieran, simplemente, ver la velocidad de los latidos de mi corazón.

PD. Si fuera un superhéroe, de fijo pediría tener el poder de leer la mente de los demás, como la muchacha de “No Ordinary Family”

domingo, 19 de diciembre de 2010

El miedo y la noche.


Quién no tiene un miedo, fundado o no, que simplemente lo paraliza y lo domina?
La RAE define miedo como “Perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario.” Wikipedia (si yo sé, que poco tradicional no?) dice que el miedo es “una emoción caracterizada por un intenso sentimiento habitualmente desagradable, provocado por la percepción de un peligro, real o supuesto, presente, futuro o incluso pasado. Es una emoción primaria que se deriva de la aversión natural al riesgo o la amenaza, y se manifiesta tanto en los animales como en el ser humano.”
Después de la definición de rigor del tema a tratar, más o menos, paso a contarles el porqué de esta entrada. Resulta que en estos últimos días, o para ser más precisos, en estas últimas noches he descubierto que le tengo pánico a la noche, no, otra vez estoy siendo impreciso, no a la noche en sí, sino a los minutos o incluso horas que pasan desde que me dispongo a dormir, hasta que Hipnos me arropa y me arrulla en sus brazos.
Ese tiempo en el que la luz está apagada, las imágenes que mi mente proyecta me ciegan, me ciegan de dolor, porque son imágenes que en el día no quiero ver, que mientras tenga algo en la mente bloqueo, imágenes en las que no quiero pensar pero que, una vez apagadas las luces, mi mente aprovecha para proyectar con toda la fuerza de la que es capaz, para hacerme ver escenas de mi vida que pasaron o que no, cosas que pasan, cosas que quiero que estén pasando ahora mismo, cosas que pueden pasar si hago o no algo, en fin, escenas de mi vida que, ya sean reales o no, es mi culpa, o al menos eso me dice mi mente, eso proyecta mi mente y mi alma en mis parpados cerrados, o en la oscuridad de mi cuarto si me atrevo a tratar de huir abriendo mis ojos y esperando el tan ansiado estado de inconsciencia momentánea que me dura hasta las 6 de la mañana.
Pero no son solo las imágenes, oh Dios, si fueran solo las imágenes… lo peor es el ruido, el escándalo que me deja sordo, el escándalo del silencio, el silencio que me grita en el oído, que me rompe los tímpanos gritándome cosas que no me quiero decir a mí mismo, cosas que ya se, pero que me callo, o que trato de callar pero en realidad lo que hago es ocupar mis oídos con otro ruido, música, tv, mi mente cuando leo un libro, clases, conversaciones, vanas y superficiales o no, pero conversaciones al final.
Ese ruido me quiere volver loco, juro que si, por que me hace pensar en cosas que, en el día, en el trabajo o en la universidad, o haciendo cualquier cosa, no pienso, no enfrento, no me planto ante esas cosas que mi mente me grita protestando por la falta de atención.
¿Soy yo el único en el mundo que desea que, en cuanto apaga la luz, el sueño y ese estado de inconsciencia lleguen de inmediato? Lo dudo, pero hasta no tener prueba de lo anterior, seguiré tapando mis oídos (como si sirviera de algo, como si el sonido no viniera de adentro…) y abriendo y cerrando mis ojos, esperando que todo el bullicio y las películas que a mi mente le encanta hacer por estos días, se alejen y le den espacio al sueño reparador, que, a veces, siento es el único que me mantiene de pie, y me deja pasar otro día más de vida, en este mundo cada vez más loco, cada vez más difícil de enfrentar.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

El auto sabotaje de la felicidad.


Toda persona debe buscar la felicidad, es algo que, en principio, parece obvio, algo que todos sabemos y deberíamos haber interiorizado de manera tal que, nuestro único norte en la vida sea el ser felices, completos y estar 100% satisfechos con nuestra condición en la vida, nuestros logros, nuestras relaciones, en fin, estar en paz con el mundo pero, sobre todo, estar en paz con nosotros mismos.
Ahora, mi pregunta es: ¿qué pasa cuando esa felicidad va en contra de nuestros principios, de las personas que están a mi alrededor, o incluso, de mi misma felicidad? Mi abuelo materno, y mi madre siempre dicen que “no hay felicidad completa”, pero la verdad, a mí, esa frase siempre me ha parecido un poco conformista pues, creo que en el fondo el objetivo por el que toda persona está en el mundo es para, no solo buscar esa felicidad completa, sino encontrarla.
El punto que ahora me lleva a escribir estas líneas, a las 11:23 p.m., hora que las personas que me conocen saben que generalmente uso para dormir, es que, como un aguacero en plena tarde de verano, me acaba de “caer” la idea, o mejor dicho, la realidad de que en mi camino a encontrar la felicidad, (no quiero decir paz conmigo mismo porque es más largo, pero realmente creo que la forma más adecuada de definir la felicidad es esa) voy a tener que no hacer feliz , o mejor dicho hacer infeliz a otras personas en el camino, y peor aún, no hacerme feliz a mí mismo.
Además, en este camino a la búsqueda de la felicidad, me da por auto sabotearme, o sea, yo mismo me “hago zancadillas” para no lograr ese tan ansiado, e insisto, gran fin que debemos seguir los humanos. Entonces me encuentro en situaciones en las que simplemente para no ser feliz, me ilusiono con cosas que, consciente y subconscientemente son imposibles, pero que me generan un estado de bienestar pasajero, pero que solo me duran minutos, para, una vez terminada esta sensación, caer presa de la realidad de que una vez más me estoy saboteando a mí mismo.
Si dicen que “entre bomberos no se majan la manguera”, en mi caso (y apuesto que el de muchos otros) debería ser “el bombero no se maja su propia manguera”, lo complicado es cuando esa manguera está en el camino del incendio, ¿entonces qué hago? Llego al incendio, que es lo que se supone que tiene que hacer el bombero y paso por la manguera, o me quedo en el camino?
En fin, después de mucho divagar por las ideas, y sin encontrar una solución a esta cuestión que me planteo hoy, decido que mejor me voy a dormir, a lo mejor el hijo de Hipnos y Nix, Morfeo, viene a darme la respuesta en esta noche, que cada vez se hace más corta.