domingo, 13 de febrero de 2011

Demanda del corazón.


Yo sé, se supone que en este momento esté escribiendo mi libro o al menos tratando de trazar las líneas de un boceto que espero, algún día se puedan convertir en algo concreto, con sentido, con forma, con todo lo que quiero hacer y decir… con todo lo que he querido hacer y decir y por todas las razones que se nos puedan ocurrir no he sido capaz de hacerlas o decirlas, como decir un te quiero, pero es un “te quiero” que en el libro si podrá decir, porque en el mundo paralelo donde el libro se desarrolla no habrá ningún problema al decir ese “te quiero”.

El problema, como siempre, sos vos, justamente vos, que deberías ser mi inspiración para trabajar, sos también quien me hace detenerme a pensarte, a soñarte, a dolerte…

Es increíble cómo el solo hecho de ver una foto tuya, con esa forma tan despreocupada de ver a la cámara, pude hacer que mi mundo se detenga, se congele y me haga sentir esa sensación de caída libre que tanto miedo me da.

No es justo!!! No debería ser legal que una persona tenga tanto poder sobre otra sin siquiera proponérselo! Uno debería poder poner una demanda por “detención individual del mundo y del tiempo”, que sería algo así como un habeas corpus emocional. La pena sería el sentir lo mismo y la solicitud de reparación del daño por parte del demandante sería un borrado de memoria que incluya cualquier recuerdo que tenga algo que ver con esa persona.

De verdad que las personas no deberían tener la capacidad de poner la cabeza y el mundo de otra persona de al revés sin pensarlo, sin quererlo, sin después tomarse la molestia de tratar de volver a poner las cosas en orden, o al menos, en hacer que ese desorden que genera sea disfrutable mediante la compañía en el desastre que desata.

Voy a pensar seriamente en ponerte una demanda, pero antes debo encontrar algún juzgado que pueda atender mi caso y dame una respuesta justa, pero sobre todo que pueda complacer mi objetivo de un lavado de memoria y de vida.

Mucho me temo que, si esto fuera posible, la humanidad no sería más que un montón de personas sin memorias, con retazos de sus vidas o sin vidas del todo, que deambularíamos como zombis de juzgado en juzgado y de audiencia en audiencia, siendo tanto demandantes como demandados (algunos más demandantes que demandados y viceversa, pero sin duda habría un equilibrio, “como todo en la vida”).

Mientras encuentro (o me invento) ese juzgado, tendré que seguir viviendo con el conocimiento de que tú tienes ese extraño poder que yo sin querer te di, y tu sin saber ostentas sobre mí; tratando de controlar que el tornado que se libera en mi cabeza, corazón y estómago cada vez que te veo o te pienso (y al mismo tiempo te siento) sea cada día menor, aunque sea plenamente consciente que es una misión imposible.

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