domingo, 19 de diciembre de 2010

El miedo y la noche.


Quién no tiene un miedo, fundado o no, que simplemente lo paraliza y lo domina?
La RAE define miedo como “Perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario.” Wikipedia (si yo sé, que poco tradicional no?) dice que el miedo es “una emoción caracterizada por un intenso sentimiento habitualmente desagradable, provocado por la percepción de un peligro, real o supuesto, presente, futuro o incluso pasado. Es una emoción primaria que se deriva de la aversión natural al riesgo o la amenaza, y se manifiesta tanto en los animales como en el ser humano.”
Después de la definición de rigor del tema a tratar, más o menos, paso a contarles el porqué de esta entrada. Resulta que en estos últimos días, o para ser más precisos, en estas últimas noches he descubierto que le tengo pánico a la noche, no, otra vez estoy siendo impreciso, no a la noche en sí, sino a los minutos o incluso horas que pasan desde que me dispongo a dormir, hasta que Hipnos me arropa y me arrulla en sus brazos.
Ese tiempo en el que la luz está apagada, las imágenes que mi mente proyecta me ciegan, me ciegan de dolor, porque son imágenes que en el día no quiero ver, que mientras tenga algo en la mente bloqueo, imágenes en las que no quiero pensar pero que, una vez apagadas las luces, mi mente aprovecha para proyectar con toda la fuerza de la que es capaz, para hacerme ver escenas de mi vida que pasaron o que no, cosas que pasan, cosas que quiero que estén pasando ahora mismo, cosas que pueden pasar si hago o no algo, en fin, escenas de mi vida que, ya sean reales o no, es mi culpa, o al menos eso me dice mi mente, eso proyecta mi mente y mi alma en mis parpados cerrados, o en la oscuridad de mi cuarto si me atrevo a tratar de huir abriendo mis ojos y esperando el tan ansiado estado de inconsciencia momentánea que me dura hasta las 6 de la mañana.
Pero no son solo las imágenes, oh Dios, si fueran solo las imágenes… lo peor es el ruido, el escándalo que me deja sordo, el escándalo del silencio, el silencio que me grita en el oído, que me rompe los tímpanos gritándome cosas que no me quiero decir a mí mismo, cosas que ya se, pero que me callo, o que trato de callar pero en realidad lo que hago es ocupar mis oídos con otro ruido, música, tv, mi mente cuando leo un libro, clases, conversaciones, vanas y superficiales o no, pero conversaciones al final.
Ese ruido me quiere volver loco, juro que si, por que me hace pensar en cosas que, en el día, en el trabajo o en la universidad, o haciendo cualquier cosa, no pienso, no enfrento, no me planto ante esas cosas que mi mente me grita protestando por la falta de atención.
¿Soy yo el único en el mundo que desea que, en cuanto apaga la luz, el sueño y ese estado de inconsciencia lleguen de inmediato? Lo dudo, pero hasta no tener prueba de lo anterior, seguiré tapando mis oídos (como si sirviera de algo, como si el sonido no viniera de adentro…) y abriendo y cerrando mis ojos, esperando que todo el bullicio y las películas que a mi mente le encanta hacer por estos días, se alejen y le den espacio al sueño reparador, que, a veces, siento es el único que me mantiene de pie, y me deja pasar otro día más de vida, en este mundo cada vez más loco, cada vez más difícil de enfrentar.

1 comentario:

  1. El silencio de la noche proyecta nuestros más intensos deseos..o nuestra realidad que no logramos aceptar y que por medio a la soledad, dolor, decepción la disfrazamos de día en el va a cambiar...va a mejorar... pronto sucederá...
    Creo que como seres humanos nuestra lucha más fuerte es la batalla del pensamiento, nuestros anhelos vrs nuestra realidad; la vida es cruel y dura, pero también tiene sus matices de esperanza, para callar los sonidos desbocados del corazón la mejor solución es dejar lo que anhelamos en manos de Dios, ya que nuestro Dios tiene un plan perfecto para cada uno de nosotros y pedirle valentía para enfrentar la realidad.

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